¿Involucrarse… hasta qué punto?

El creer y el actuar – que conducen hacia la dedicación y que están alimentados por ellos – son tributarios uno de otro, como también lo son del aprender y del saber.

¿ Involucrarse … hasta qué punto? ¡Proverbio 3.5-6!
Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. (Proverbio 3.5-6, NVI)

Aquellas temas se encuentran presentes en muchos de los textos con cuales savoiretcroire.ca aprovechan acceso. Sin embargo, se queda hacer explícitas estos vínculos. Este trabajo de reflexión y de síntesis será el objeto de la presente sección a lo hilo de los meses. Hasta entonces, me apremian sobre todo algunas observaciones preliminares.

El sitio www.savoiretcroire.ca por entero les invita reflexionar sobre la cuestión ¿Involucrarse… hasta qué punto? ¡y a buscar pues encontrar respuesta para sí mismo de parte de nuestro Padre celestial! Con los años, me di cuenta de que existe entre nosotros cristianos una dificultad con respeto a tomar la responsabilidad de nuestras elecciones. A veces, albergamos la idea de que la derrota espiritual que experimentamos tiene por culpa primera una denominación religiosa, una Iglesia local, un grupo de cristianos, o un pastor.

Esta trampa consiste en hacerse responsables los demás para nuestros fracasos y para los estancamientos que enfrentamos a lo largo de nuestras vidas. Este modo de ver las circunstancias de nuestra vida nos impide avanzar en la fe cristiana. Ir con regularidad por dentro de las Escrituras Santas, directamente y por si mismo es una iniciativa personal indispensable para evitar esa trampa o para salirse de ella si nos detiene. El sano entendimiento de los textos bíblicos nos puede liberar y guiar. Nos libera de restricciones demasiadas veces asociadas al cristianismo pero condenadas por los profetas y apóstoles que escribieron los textos bíblicos mismos. Nos guía hacia una vida más y más conforme a lo que es la intención de Dios para nosotros seres humanos.

Un principio de respuesta a la pregunta “¿Involucrarse… hasta qué punto?” iría en el sentido siguiente: cuando sabemos que Dios nos invita seguir un camino en vez de otro, conviene involucrarse sin reserva andando atrás del Señor por dentro de su dirección. Cuando otra persona nos presenta su convicción de le que sabe sobre el camino que debemos seguir, no conviene involucrarse a menos que compartimos plenamente esa misma convicción y nunca antes de compartirla. En suma, debemos seguir nuestras convicciones propias y no las convicciones de la gente cristiana alrededor de nosotros.

Cometí errores a lo largo de mi vida cristiana, aunque al respecto, nunca tuve la impresión de que los demás me condujeron a adoptar una forma de cristianismo de la cual no era convencido yo mismo. Aquí se encontra la limitación de nuestro compromiso cristiano, nunca más alla que nuestras convicciones personales. Yo lo considero peligroso para la fe de una persona de aceptar que sea conducida más alla de lo que esa persona considera verdadero según las enseñanzas de las Santas Escrituras. Este modo de ver implica necesariamente una frecuentación regular de los textos bíblicos, como se dice en las páginas del presente sitio web www.savoiretcroire.ca

Leyendo el Nuevo Testamento por entero, se haga evidente de que el cristianismo que está presentado acá no es concebido de manera aislada – cada creyente quedándose en su propia casa, mirando a la televisión, navegando sobre el Internet. Un texto bíblico en particular fue muy importante par convencerme conseguir participando en una Iglesia local, incluso durante periodos de mi vida cristiana en que conocí desesperación espiritual.

“Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros […]” (Hebreos 10:24-25, NVI).

Este pasaje de la Biblia se debiera examinar en contexto para llegar a una pleina comprensión de todo lo que implica. Pero hay una enseñanza que salgó para mí y que consigue siendo una parte esencial de la vida cristiana. Se trata de la importancia de encontrarse con un grupo de creyentes con quienes sea posible compartir a proposito de Dios y de animarse mutuamente de vivir en Él y por Él. Aquí está donde la Iglesia local se debe considerar como ineludible para el crecemiento espiritual y el servicio cristiano.

Puede usted comunicar conmigo según las indicaciones bajo Preguntas u observaciones.

Daniel Garneau, B Th, B Com, MA
el 12 de mayo de 2016